Casting Harry James Potter

La noche estaba llegando a su fin, el cielo se estaba tornando de un bello color dorado gracias a los generosos rayos del sol que eran una completa bendición para aquellos días de invierno donde la nieve decoraba de blanco las calles y jardines en el Valle de Godric.

Dormido en su cama, bajo las cálidas mantas, se encontraba dormido el salvador del mundo mágico abrazado por su bella esposa pelirroja, disfrutando de un sueño tranquilizador donde jugaba quidditch mientras su acompañante lo animaba desde las gradas. Desgraciadamente, la tranquilidad se vio interrumpida por unos cuantos picotazos sobre el vidrio de la ventana. Un ligero gruñido de inconformidad salió de los labios del pelinegro al tiempo que su esposa le daba la espalda

-Abre la ventana, Harry – Pidió su esposa con voz aun adormilada.

-ahora voy amor - respondió

Se estiró un poco intentando desperezarse, bien sabia que las palabras de su esposa eran ordenes para él. Ya lo decía Ron, era un león dominado. Aun que claro, su amigo era un completo hipócrita, pues Hermione hacia con él lo que quisiera.

Caminó sin ponerse las gafas, con los ojos cerrados caminando mecánicamente hasta donde la lechuza se encontraba y abrió la ventana dejando que esta entrada acompañada por una fuerte ventisca que se le antojaba realmente congelada . Estiró la mano buscando a tientas unas cuantas chucherías para lechuzas que tenia sobre la mesita de noche y desató la carta con una extraordinaria facilidad para tratarse de una persona a medio dormir y con los ojos cerrados.

Regresó a la cama donde se sentó un momento para después buscar sus gafas e intentar que sus ojos se acostumbraran a la luz para poder leer. De solo ver que el escudo de Hogwarts se hacia notar en el sobre, un suspiro cansino escapo de sus labios.
La carta exigía su presencia en el colegio lo antes posible. No era necesario que dijese algo mas, sabia la razón por la cual debía de presentarse en el despacho de la directora McGonagall. James Sirius había hecho una de las suyas. Algunas veces incluso pensaba en crear un giratiempos y así cambiarle el nombre a su primogénito, pero no, estaba seguro que eso estaba en la sangre. Y por mas que el quisiese negarlo, él mismo era tan alborotador como su padre y padrino, aun que claro, no conscientemente, o al menos no la mayoría de las veces.

Levantó sus gafas para así poder tallarse los ojos y prepararse mentalmente para los gritos de McGonagall exigiéndole que tomara medidas mas drásticas respecto al comportamiento de su hijo. ¿pero que mas podía hacer? Siempre era lo mismo, la directora hablaba y hablaba, y después de media hora la misma frase de siempre, -Digno de sus nombres-.

Miró la carta una vez mas, giró a ver a su esposa que lucía como un pelirrojo ángel tan bello que se sentía dichoso de solo contemplarla. Gin sonrió en sueños y ese fue el detonante para que Harry lanzara la carta al suelo y se acomodara junto a su esposa. Su antigua maestra de transformaciones podría apañárselas un par de horas mas sin él. Después de todo, ella había soportado a los merodeadores, al trio de oro, los gemelos Weasley… la tercera generación seria pan comido. O al menos eso era lo que él se repetía para quedarse tan tranquilamente dormido abrazado de su mujer.