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Casting para Lily Evans
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Casting para Lily Evans
Era media noche, hacía una buena cantidad de horas que el toque de queda había pasado y ella como de costumbre no podía dormir, daba vueltas en la cama de su dormitorio en la torre de Gryffindor sin conseguir pegar un ojo. Su séptimo año en Hogwarts era una cosa de no acabar, parecía que la guerra estaba a punto de estallar afuera y ella, preocupada por su familia y los suyos no conseguía, ni bajo tortura, poner en orden sus pensamientos para conciliar el sueño de una vez por todas y, con un suspiro que denotó lo harta que estaba de ello se destapó el cuerpo y, calzándose, salió de la cama en silencio, a su alrededor, las demás chicas de su año estaban dormidas y, por un instante dejó vagar la mirada por cada cama, incluida aquella solitaria y bacía cama que pertenecía a una chica que había abandonado el país en cuanto empezó a ser peligroso para ella permanecer en Inglaterra.
Cerró los ojo s unos instantes y cuando los abrió su mirada se mostró mucho más decidida; no se lo pensó dos veces para acomodarse algunas prendas de vestir y salir de la habitación sumida en el más absoluto silencio. Lily era una bruja prodigiosa con encantamientos, y su favorito era aquel que lograba acallar los ruidos que su propio cuerpo hacía al moverse, por lo que había sido un acto reflejo para ella aplicarlo sobre sí misma y, estaba preparándose para bajar las escaleras cuando una serie de murmullos le llamaron la atención. se acercó con cuidado excesivo para ser una bruja bajo un encantamiento “silencio” y, desde su posición en las escaleras que daban a los cuartos de chicas observó la sala común.
A pesar de que para esas horas había pocas personas el fuego en la chimenea siempre crepitaba, sin embargo, como el año estaba empezando, y el invierno hacía su fría magia sobre los alumnos, mantener la sala común cálida había sido una costumbre que todos había acogido, pero lo curioso no era que el fuego proyectara sus sombras en el suelo frente a la chimenea, ni que los alumnos de Gryffindor estuvieran durmiendo a esa hora, no, lo peculiar era que habían alumnos que no lo hacía, concretamente tres alumnos estaban fuera de sus camas, y a ella no le hubiera importado de no tratarse de estos en concreto. Frunció el ceño ligeramente mientras veía lo que ocurría, desde su lugar era in capaz de escuchar demasiado bien, pero reconocía cada uno de los gestos que hacían y que indicaban la salida de la sala común e, indignada y curiosa, esperó unos minutos a que atravesaran el agujero y finalmente, cuando estuvo segura de estar a resguardo, salió detrás de ellos atravesando la entrada y sintiendo como el retrato de la dama gorda se cerraba a sus espaldas.
Siguió al trío a través de los pasillos del colegio procurando esconderse de cada tanto en tanto, una pequeña vocecilla en su cabeza le decía que diera media vuelta y regresara sobre sus pasos, que a fin de cuentas nada de eso era asunto suyo, pero no quería regresar y pensar en las desapariciones, en el peligro, en su familia y en como estaría, necesitaba distraerse, y esto le proporcionaba la mejor distracción de la noche. Se preguntó, mientras los seguía a una distancia prudencial, exactamente que tramarían hacer ahora, no era ningún secreto que el trío era alborotador, solían gastar broma pesadas a Severus y a varios otros de Slytherin, sin embargo tampoco era un secreto que tenía cierta venita justiciera que a veces le provocaba gracia y respeto, últimamente, esa venita en cierto merodeador le provocaba algunas otras cosas que no quería ponerse a desmenuzar.
Negó firmemente con la cabeza y continuó con su “misión” de seguimiento y salió de su escondite y con sigilo continuó a sus compañeros de casa, parecía que estaban husmeando algo y ella, curiosa, acalló de nuevo la vocecilla que le decía que actuara como la prefecta que era y se dispuso a acercarse para escuchar de que se trataba.
— Apresúrense —se quejó Remus, mirando a todos lados inquieto, esperando con ansias el momento de regresar.
—Tienes que comenzar a vivir la vida, Lunático —rió James, tomando uno de los libros en la estantería de la Sección Prohibida de la Biblioteca de Hogwarts.
—Sí, espero vivir luego de lo que nos hará Prince, luego de descubrirnos husmeando aquí, ¡Y McGonagall! —susurró.
—Ya cállate la boca, esto es algo grande, Lunático, algo que va a cambiar el mundo —dijo James abriendo el libro.
Lily no se lo pensó dos veces cuando escuchó aquellas palabras, sabía ya perfectamente que era lo que husmeaban y estaba más que indignada, Severus y ella habían dejado de tratarse hacía dos años atrás, pero en el fondo, seguía viendo en él a aquel niño que le habló de la magia, y preparada salió de su escondite dispuesta a decirle un par de cosas a estos chicos, pero algo pasó, en el momento en que el libro se abrió sintió su cuerpo girar, todo a su alrededor pareció moverse tan rápido que fue incapaz de reconocer las estancias, parecía un túnel repleto de caras que nunca antes había visto y cuando finalmente se detuvo todo tuvo que apoyarse en algo para detener el mareo que sentía.
-¿Qué ha ocurrido aquí?-cuestionó en voz alta, pero se dio cuenta en ese momento de su error, la luz que veía no era por causa del túnel, era la luz del sol, era de día ya. Abrió los ojos desmesuradamente, aterrada ante este hecho y sin más observó a su alrededor, no estaba en aquella sala, estaba de vuelta en la sala común de Gryffindor, y ella no tenía ni la más remota idea de cómo había pasado. Palpó los bolsillos de sus prendas de vestir y con alivio constató que aún traía consigo su varita.
Lo primero que hizo fue salir hacia el despacho de McGonagall dispuesta a contar lo que había ocurrido, no tenía de que era, pero estaba segura de que McGanagall le diría lo que supiera, sin embargo, cada paso que daba para acercarse al despacho la hacía sentirse más asustada, ella no conocía ninguna de as caras que veía en los pasillos, y después de 7 años, era difícil no reconocer alguna cara, pero ni siquiera era capaz de reconocer a los pocos Gryffindor que se encontraba de camino y con horror descubrió que estos parecía no reconocerla tampoco.
-¿Qué está pasando?-se repetía en voz alta-debe de tratarse de una broma o algo…. ¿cómo es posible que pasara la noche tan rápidamente?-cuestionó y soltó un suspiro de alivio cuando estuvo frente al despacho de McGonagall. Estiró una mano y tocó las puertas dispuesta a saber que pasaba allí y preocupándose poco por el hecho de que llevaba puesta aún la ropa de cama, giró el rostro por todos lados haciendo ondear su cabello mientras esperaba y sonrió cuando escuchó la puerta abrirse, pero el alivio pronto se transformó en terror cuando vio que el adulto frente a ella no era, ni de cerca, la mujer que esperaba ver.
-O por Merlín-espetó aquella persona mirándola como si fuera un fantasma…
Cerró los ojo s unos instantes y cuando los abrió su mirada se mostró mucho más decidida; no se lo pensó dos veces para acomodarse algunas prendas de vestir y salir de la habitación sumida en el más absoluto silencio. Lily era una bruja prodigiosa con encantamientos, y su favorito era aquel que lograba acallar los ruidos que su propio cuerpo hacía al moverse, por lo que había sido un acto reflejo para ella aplicarlo sobre sí misma y, estaba preparándose para bajar las escaleras cuando una serie de murmullos le llamaron la atención. se acercó con cuidado excesivo para ser una bruja bajo un encantamiento “silencio” y, desde su posición en las escaleras que daban a los cuartos de chicas observó la sala común.
A pesar de que para esas horas había pocas personas el fuego en la chimenea siempre crepitaba, sin embargo, como el año estaba empezando, y el invierno hacía su fría magia sobre los alumnos, mantener la sala común cálida había sido una costumbre que todos había acogido, pero lo curioso no era que el fuego proyectara sus sombras en el suelo frente a la chimenea, ni que los alumnos de Gryffindor estuvieran durmiendo a esa hora, no, lo peculiar era que habían alumnos que no lo hacía, concretamente tres alumnos estaban fuera de sus camas, y a ella no le hubiera importado de no tratarse de estos en concreto. Frunció el ceño ligeramente mientras veía lo que ocurría, desde su lugar era in capaz de escuchar demasiado bien, pero reconocía cada uno de los gestos que hacían y que indicaban la salida de la sala común e, indignada y curiosa, esperó unos minutos a que atravesaran el agujero y finalmente, cuando estuvo segura de estar a resguardo, salió detrás de ellos atravesando la entrada y sintiendo como el retrato de la dama gorda se cerraba a sus espaldas.
Siguió al trío a través de los pasillos del colegio procurando esconderse de cada tanto en tanto, una pequeña vocecilla en su cabeza le decía que diera media vuelta y regresara sobre sus pasos, que a fin de cuentas nada de eso era asunto suyo, pero no quería regresar y pensar en las desapariciones, en el peligro, en su familia y en como estaría, necesitaba distraerse, y esto le proporcionaba la mejor distracción de la noche. Se preguntó, mientras los seguía a una distancia prudencial, exactamente que tramarían hacer ahora, no era ningún secreto que el trío era alborotador, solían gastar broma pesadas a Severus y a varios otros de Slytherin, sin embargo tampoco era un secreto que tenía cierta venita justiciera que a veces le provocaba gracia y respeto, últimamente, esa venita en cierto merodeador le provocaba algunas otras cosas que no quería ponerse a desmenuzar.
Negó firmemente con la cabeza y continuó con su “misión” de seguimiento y salió de su escondite y con sigilo continuó a sus compañeros de casa, parecía que estaban husmeando algo y ella, curiosa, acalló de nuevo la vocecilla que le decía que actuara como la prefecta que era y se dispuso a acercarse para escuchar de que se trataba.
— Apresúrense —se quejó Remus, mirando a todos lados inquieto, esperando con ansias el momento de regresar.
—Tienes que comenzar a vivir la vida, Lunático —rió James, tomando uno de los libros en la estantería de la Sección Prohibida de la Biblioteca de Hogwarts.
—Sí, espero vivir luego de lo que nos hará Prince, luego de descubrirnos husmeando aquí, ¡Y McGonagall! —susurró.
—Ya cállate la boca, esto es algo grande, Lunático, algo que va a cambiar el mundo —dijo James abriendo el libro.
Lily no se lo pensó dos veces cuando escuchó aquellas palabras, sabía ya perfectamente que era lo que husmeaban y estaba más que indignada, Severus y ella habían dejado de tratarse hacía dos años atrás, pero en el fondo, seguía viendo en él a aquel niño que le habló de la magia, y preparada salió de su escondite dispuesta a decirle un par de cosas a estos chicos, pero algo pasó, en el momento en que el libro se abrió sintió su cuerpo girar, todo a su alrededor pareció moverse tan rápido que fue incapaz de reconocer las estancias, parecía un túnel repleto de caras que nunca antes había visto y cuando finalmente se detuvo todo tuvo que apoyarse en algo para detener el mareo que sentía.
-¿Qué ha ocurrido aquí?-cuestionó en voz alta, pero se dio cuenta en ese momento de su error, la luz que veía no era por causa del túnel, era la luz del sol, era de día ya. Abrió los ojos desmesuradamente, aterrada ante este hecho y sin más observó a su alrededor, no estaba en aquella sala, estaba de vuelta en la sala común de Gryffindor, y ella no tenía ni la más remota idea de cómo había pasado. Palpó los bolsillos de sus prendas de vestir y con alivio constató que aún traía consigo su varita.
Lo primero que hizo fue salir hacia el despacho de McGonagall dispuesta a contar lo que había ocurrido, no tenía de que era, pero estaba segura de que McGanagall le diría lo que supiera, sin embargo, cada paso que daba para acercarse al despacho la hacía sentirse más asustada, ella no conocía ninguna de as caras que veía en los pasillos, y después de 7 años, era difícil no reconocer alguna cara, pero ni siquiera era capaz de reconocer a los pocos Gryffindor que se encontraba de camino y con horror descubrió que estos parecía no reconocerla tampoco.
-¿Qué está pasando?-se repetía en voz alta-debe de tratarse de una broma o algo…. ¿cómo es posible que pasara la noche tan rápidamente?-cuestionó y soltó un suspiro de alivio cuando estuvo frente al despacho de McGonagall. Estiró una mano y tocó las puertas dispuesta a saber que pasaba allí y preocupándose poco por el hecho de que llevaba puesta aún la ropa de cama, giró el rostro por todos lados haciendo ondear su cabello mientras esperaba y sonrió cuando escuchó la puerta abrirse, pero el alivio pronto se transformó en terror cuando vio que el adulto frente a ella no era, ni de cerca, la mujer que esperaba ver.
-O por Merlín-espetó aquella persona mirándola como si fuera un fantasma…
Invitado- Invitado
Re: Casting para Lily Evans
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Invitado- Invitado
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