Encuentro familiar (Lily Potter)

Había pasado la mayor parte de la mañana en el ministerio de magia atendiendo casos que de verdad no le atraían en lo mas mínimo. Las cosas en los últimos años habían estado algo aburridas, al menos desde el punto de vista del morocho de ojos verdes, quien, después de haber pasado por tantas cosas durante su adolescencia, se esperaba algo mas de emoción teniendo el empleo de jefe del cuartel de aurores, pero, para fortuna del mundo mágico, las cosas habían estado muy tranquilas desde hacia unos años. Claro que, de vez en cuando, siempre había algún renegado que armaba un buen lio, pero nada que Potter y Weasley no pudieran solucionar en poco tiempo.

La mañana era de lo mas aburrida, por lo cual, decidió tomarse el resto del día libre, uno de los grandes privilegios de ser el jefe, y así poder comprarle algo a su esposa que tenia en mente desde hacia algún tiempo. Recordaba claramente al pequeño micropuff que Gin solía tener en Hogwarts, y pensó que seria un buen detalle regalarle uno. No es que fuese su aniversario, o que estuvieran peleados y necesitaran reconciliarse, sino que Harry era así, no necesitaba un motivo para tener un gesto de afecto hacia la pelirroja, cosa que con el tiempo se le iba haciendo mas fácil. Ginevra parecía hacer que el lado romántico y casanova heredado por James Potter floreciera en el ojiverde.

Aprovecho la chimenea de su despacho para aparecerse hasta donde Sortilegios Weasley, la sucursal que se encontraba en Hogsmeade, quizás si tenia suerte podría encontrarse con alguno de sus pequeños, que en realidad ahora eran todos unos adolescentes, pero para el siempre serian sus niños.

Los pasillos de la tienda se encontraban abarrotados de estudiantes que lo miraban sin importarles que fuese de mal gusto señalar a las personas y susurrar. Había acertado, ese día era visita al pueblo cercano al colegio, sin embargo, lo molestaba que todos le miraran de aquella forma, uno creería que después de tantos años la población se acostumbraría a verlo como una persona mas. Se había equivocado.

Caminó observando con interés las estanterías que presentaban ante el una completa gama de artículos de broma creados por su cuñado George y algunos mas viejos –de su época- donde su fallecido cuñado Fred también había colaborado. Las miradas ya no le intimidaban, a final de cuentas, él era quien se había tenido de acostumbrar a tal reacción en las personas.

El incesante ruido de mis compañeras de habitación moviéndose de un lado a otro interrumpió mi sueño. Di media vuelta en la cama e intenté volver a dormir; sin embargo fue una misión imposible. Me levanté de la cama enredándome, como siempre, con las sábanas y trastabillé hasta llegar casi hasta la pared opuesta de donde estaba mi cama. Suspiré. Al menos hoy era el día de visita a Hogsmeade.

Así pues, busqué la típica bufanda con los colores de la casa de los leones y algo de ropa de abrigo. Estaba claro que no iba a ir con el uniforme del colegio. Una vez lista escapé de mis compañeras, quienes habían comentado algo sobre ir a quién-sabe-donde-pero-suena-aburrido, y bajé a la zona común. Para aquella salida en concreto no había hablado nada con nadie y tampoco me apetecía demasiado hacer lo mismo que hacíamos todos los días. Tomé una decisión, me pasaría por la sucursal de S. Weasley para ver si encontraba algo de mercancía interesante de la que James no hubiera abusado demasiado.

Para cuando llegué a mi destino el tiempo había mejorado un poco y me permití aflojar un poco el agarre de la bufanda. Después de todo no moriría de una bronquitis. O al menos eso esperaba. Avancé un poco más entre las calles que aún no terminaba de dominar del todo bien hasta que finalmente llegué frente a la puerta de la tienda a la que quería ir. Sonreí. Desde que tenía uso de razón había ido por lo menos una vez al mes a una de esas tiendas que habían montado mis tíos Fred, al que no conocí, y George.
Abrí la puerta con cuidado y pasé dentro. Me podría haber esperado cualquier cosa menos esa. ¿Por qué había un tumulto de gente rodeando un lugar en concreto de la tienda? ¿Acaso el tío George había inventado algo nuevo y había tenido la poca decencia de no enseñármelo antes?

Aunque ahora que me paraba a mirar más detenidamente no era un círculo rodeando a nada, más bien parecían que las miradas de todos los presentes en el local se dirigían al mismo sitio. Busqué que era lo que tanto les interesaba y me quedé de piedra. Al parecer siempre había alguien de la familia rondando por los alrededores. No pude evitar reírme, realmente éramos una plaga.

- ¿Papá? - lo llamé desde casi la otra punta de la tienda haciendo que las miradas curiosas voltearan a mirarme a mí también. Los ignoré y caminé hacia mi padre -. ¿Qué haces aquí? Se supone que deberías estar trabajando, si mamá se entera seguro que... - no pude termina la frase, con solo pensar en el mal humor del que podría ponerse mamá se me ponían los pelos de punta.
Mamá podía ser la mejor personal del mundo, pero enfadada era una mujer que intimidaba realmente.

Una gran jaula revelaba en su interior decenas de micropuff de todos los colores existentes, algunos andaban de un lado a otro mientras que unos cuantos se encontraban intentando dormir, cosa totalmente imposible pues eran tantos que dificilmente podian conseguir un buen lugar separado del bullicio de las demas criaturas multicolores esponjosas que me recordaban vagamente a James Sirius a la edad de tres o cuatro años, andando de un lado a otro empujando y golpeando todo a su paso. La inconfundible voz de Lily me hizo salir de aquella ensoñación sobre los primeros años de la vida de mi hijo mayor y prestar mi entera atención en la pelirroja que era una replica exacta de Ginny a su edad.

Los comenzales repartían su atencion entre mi hija y yo olvidandose una vez mas por completo de las compras que supuestamete estaban realizando. Ante las palabras de mi hija no pude evitar un ligero, realmente casi nulo estremesimiento al pensar en aquella posibilidad. No sería la primera vez que Gin me diese un regaño por salirme del ministrio a horas de trabajo, aun que claro, el pobre de Ron se llevaba la peor parte con Hermione. Ella, al trabajar en el mismo sitio sabia perfectament donde estaba su esposo y a que hora entraba o salía.

- Cariño, obviament ella no tiene porque enterarse, cierto? - pregunte mientras rebuscaba entre la tunica el dinero - que hermosa te vez hoy, princesa. Por que no te compras algo que te guste? - Murmure en voz baja mientras que le daba unos cuantos galeones. cualquier cosa antes de que Ginny me dejara dormir en el sillon. - Vine a buscar un regalo para tu madre. - dije finalmente - Cual crees que le gustaría? - pregunté señalando la jaula

Alcé una ceja divertida ante las palabras de mi padre. No, claro que mamá no tenía por qué enterarse de que él había estado allí, y yo no iba a ser quien se lo dijera, estaba claro. Sin embargo, mi padre no tenía por qué enterarse de ese pequeño detalle y una pequeña sonrisa maliciosa se dibujó en mis labios. Sonrisa que se hizo aún más amplia cuando lo vi rebuscar en su túnica y sacar unos galeones que fueron a parar a mis manos. Esa sí que era una buena forma de persuadir a una hija.
Guardé el dinero como quien acaba de zanjar un asunto turbio y alcé la vista para encontrarme con los verdes ojos de papá.

-No, claro que no tiene por qué enterarse - aseguré mientras giraba la cabeza para ver lo que había a mi alrededor. Con mi nueva adquisición monetaria podría comprar algo más de lo que tenía previsto. Estupendo. Ya estaba dispuesta a dar media vuelta y sumergirme en la ardua tarea de comprar cuando escuché de nuevo a mi padre. Me giré al instante e hice un gesto a modo de interrogación. ¿Habría pasado algo en casa para que papá quisiera comprar un regalo a mamá? Deshice los dos pasos que había dando anteriormente y me volví a colocar frente al moreno, mis ojos siguieron la trayectoria de la mirada verde de mi padre. ¿Un micropuff? - Desde luego ese no - comenté señalando al micropuff naranja que parecía haber olvidado el significado de la palabra frenar y parecía haberse estampado contra pared quedando prácticamente plano. Reí mientras giraba alrededor de la jaula con mirada crítica - mmm... tal vez este - murmuré para mí a la par que colocaba ambas manos en la cintura y me inclinaba para verlo más de cerca - Sí, este es perfecto - afirmé triunfal señalándoselo a mi padre. Era más bien de un tamaño menudo y color crema, discreto pero simpático. Perfecto para mamá.

Una vez terminado mi trabajo como asesora de regalos peludos, dirigí mi mirada hacia mi padre. Quería saber por qué quería hacerle un regalo a mamá, y ya de paso preguntarle por qué quería precisamente regalarle un micropuff. La gente normal solía tener de mascota un gato, no una bola peluda muy mona. Aunque claro, lejos estábamos de ser normales.
- ¿y por qué tanto interés en regalarle algo a mamá? - sí, me moría de ganas por saberlo y no me lo iba a callar, por muy entrometido que sonase.

con mirada critica esperaba que Lily dijera o hisiera algo, mi princesa seria incapas de decirle a Gin algo, pero aun asi mas valía asegurrme. La pequeña pelirroja tomó el dinero y con una rapidez asombrosa escondió el dinero entre su tunica como si no quisiera que nadie se diese cuenta de aquel ''soborno'', aun que despues de todo, era bastante normal que un padre le diera dinero a su hija, no? Pero a lily siempre le habia gustado el drama y esto era un claro ejemplo de ello.

Sonreí de lado despues de escucharla decir que Gin no se enteraría - Esa es mi princesa - la abracé por los hombros y besé su cabello. Aun que pensaba en irse me alegro que no lo hisiera, necesitaba de su consejo sobre aquello, por algo era tan parecida a su madre. Poniendose las manos en la cintura hizo que mi pensamiento se asentuara aun mas. Suficiente era que su fisico fuese igual al de Ginevra, pero sus gestos por momentos la convertian en un clon de la pelirroja mayor.

Algunas veces incluso me daban escalofrios al pensar en ello. Ginny habia conseguido que todos los chicos del colegio estuvieran interesados en ella, de seguro lily tambien lo conseguiría. La abracé fuertemente perdido en mis pensamientos. - Siempre seras mi pequeña, verdad? - al parecer ella no se esperaba esa reaccion de mi parte, y años atras, yo tampoco lo hubiese hecho. pero convivir con tanto Weasley me ha hecho un hombre completamente celoso. - Ese me parece bien - dije aun abrazandola.

Su pregunta no me sorprendió lily era tan curiosa como yo, incluso quizas un po mas. - No lo se, - admití - solo se me ocurrió. Veras, cuando estabamos en hogwarts tu madre tuvo un micropuff rosado al cual adorba. Me parecio una buena idea regalarle uno -

Abrí y cerré la boca un par de veces intentando decir algo. ¿Desde cuándo a papá le daba por hacer aquella clase de gestos con gente delante? Siempre había resultado ser alguien muy reservado a la hora de mostrar cariño en público. No es que fuera un insensible, claro, era más bien que le daba "vergüenza". Alcé la mirada todo lo que pude ante el agarre de mi padre. A judgar por su expresión podía hacerme una idea de lo que estaba pensando. Me reí, creo que ya sabía de donde había sacado yo esa afición por el drama.

- Claro - afirmé mientras una de esas respuestas que podían meter en un aprieto a cualquiera se afirmaba en mi cabeza -, siempre y cuando mamá y tú no decidáis tener a otra pequeña y que ésta me quite mi lugar - podía imaginarme la reacción que mis palabras causarían en mi padre y no pude evitar sonreír con esa cara de no haber roto un plato en la vida. Después, simplemente lo abracé para evitar salir corriendo -. Pero no prometo que no saldré lanzando besos al aire a los chicos hasta que James esté lo bastante lejos como para no matar a nadie - murmuré pegada a mi padre.

Así que había sido por eso por lo que le quería comprar el micropuff a mamá. Me agarré las puntas del pelo e intenté rodearme el cuello con él, como si intentara ahorcarme, demasiado sentimentalismo de un momento. Aunque en el fondo me gustaba saber que papá seguía haciendo regalos tontos -que no eran tan tontos- a mamá.
- Entonces creo que deberías comprarle uno igual al que tenía entonces - aseguré, volviendo a la jaula donde estaban y buscando uno con las características que me había descrito Harry -. Le hará más ilusión, eso seguro - hubiera añadido algo como y así seguro que mamá no te manda a dormir al sofá ni aunque se entere de que te has escapado del trabajo, sin embargo preferí callarme esas palabras. De haberlas dicho quizá papá empezaría a pensar que había seducido a medio Hogwarts. Cosa que lejos estaba de ser cierta.

Fruncí el ceño ligeramente en cuanto papá pronunció aquellas palabras. ¿No tener novio hasta los treinta? Entonces lo mejor sería que me metiera a devota de Merlín o algo así. Tal vez entre los bosques de Escocia encontrase el lugar ideal para vivir, una ermitaña me acogería en su casa y podría estudiar las antiguas leyendas mientras dedicaba mi vida a rezarle a Merlín; o a Dios. Quizá hasta me olvidase de la magia.
Sacudí la cabeza cuando me di cuenta de lo que estaba pensando. Definitivamente tenía que dejar de leer tantos libros, no eran buenos. Pero tenía una cosa clara: no me iba a quedar callada ante aquel comentario, si no decía nada tal vez papá interpretaría que estaba de acuerdo con él y entonces pensaría que era poco tiempo.
-¡Oh, vamos, papá, pensé que ya habíamos superado esa etapa de llamarme por mi nombre completo! - me quejé, mirando a mi padre todo lo enfadada que podía mirarlo al estar tan divertida con aquella situación. Después de todo en mi cabeza seguían rondando los bosques de Escocia -. Además, yo no dije nada de tener novio, solo que lanzaría besos al aire a los chicos - señalé, a la par que sonreía satisfecha de mi respuesta -, lo que no implica que tenga nada sentimental hacia ellos. Solamente estaría haciendo notar mi presencia - o más comúnmente denominada como la edad del pavo, en la cual te pasabas las horas intentando llamar la atención del sexo opuesto. Después volví a girar la cabeza en la búsqueda del micropuff rosado, quien parecía haber desaparecido - ¡Estúpido bicho rosa! - gruñí, frustrada de no encontrarlo.

Estaba ya casi zarandeando la jaula desesperada cuando mi padre se hizo notar al exclamar que lo había visto. ¿Donde? Miré por todos los lados y no lo vi; definitivamente tendría que pedirle a papá esas gafas maravillosas que todo lo ven. Y me quedé estática con lo que dijo a continuación, una nube de confusión se apoderó de mí y no tardé en expresarlo en voz alta.
- ¿Se llamaba Gin el micropuff o estás insinuando que se parece a mamá? - pregunté intentando sonsacar significados ocultos a sus palabras. Quizá había querido decir que era el bicho peludo perfecto para mamá. Desde luego, comparar a mamá con esa cosa o que se llamara prácticamente como ella era algo extraño. Muy extraño - Porque yo a mamá no la veo recubierta de una capa de pelo rosa, ¿eh? - bromeé

La mire abriendo los ojos de forma exagerada sorprendido por la respuesta que habia dado. No era exactamente lo que yo queria escuchar, ni siquiera estaba seguro de que era lo que queria escuchar, pero definitivamente no era eso. - y se supone que eso deberia de alegrarme?- pregunté frunciendo el ceño. Por mas que intentaba, jamás lograba que alguno de mis hijos lograra verme realmente molesto, sera tan vez que para mi era imposible estar realmente enojado con ellos. Eso era mas tarea de Ginny. Cuando se enojaba no se molestaba en guardar su coraje y explotaba contra todo aquel que estuviera cerca. Aun asi amaba a mi esposa, con su caracter y todo era perfecta.

Alcé una ceja escuchando sus palabras, definitvamente la compañia de James, o Ron no traían nada bueno. Sin embargo ya me habia dado por vencido al tratar de corregir el lenguaje de mi pequeña pelirroja. Era caso perdido.

Llamarse Gin? la miré como si le hubiese salido otra cabeza. Luego me sonroje ligeramente - No digo que tu madre intente parecerse a tonks - Recorde a la metamorfomaga que siempre usaba el cabello de color rosado. Algo que me habia asegurado de contarle a Teddy una de las muchas veces que hablamos sobre sus difuntos padres - Es solo que por un momento me recordo a tu madre, ya sabes, haciendo lo que quiere sin importarle lo que hagan los demas, de cierta forma estando en su propio mundo - Mi voz comenzó a cambiar mientras pensaba en mi esposa con una mirada de nostalgia - Una de las muchas cosas por las que me enamore de ella. - confesé. Con lily, claro, despues que Ginny, era con quien mayor confianza tenía respecto a sentimientos, quizás por que era la unica hija que tenía.

¿Alegrarse? No, la tarea de un padre era la de no alegrarse por esas cosas, regañar a su hija por hacerlas y, posiblemente, prorrogar lo más posible la charla en la que tenga cuidado con los chicos. No, definitivamente no tenía que alegrarse por mi comentario; y de haber sido otra persona y no su princesa posiblemente me hubiera regañado por decir aquello. Pero bien sabía yo que se veía incapaz de hacerlo.
- No realmente - contesté con lo que pensaba, como siempre.

Estaba buscando con la mirada a algún dependiente para que viniese a coger a Gin, porque sí, ahora yo había decidido que el regalo que papá iba a comprarle a mamá se iba a llamar así. Gin. Claro y conciso. Además, si papá había dicho que de alguna forma, aunque rebuscada, se parecía a ella, merecía llevar parte de su nombre.
Hasta entonces, empeñada como estaba en buscar al dependiente, mi padre podría haber pensado que yo no había prestado atención a ninguna de sus palabras. Después de todo, estaba en medio de la tienda saltando y haciendo señas con los brazos para captar la atención de un dependiente. Increíblemente, parecía que todo el mundo se había fijado en mí excepto quien yo quería, pues seguía sin aparecer. Resignada, me volví de nuevo hacia mi padre.

- Parece que han decidido ignorarme hoy - comenté guardando las manos en los bolsillos y encontrando el dinero que mi padre me había dado antes. Recordé entonces que tenía que comprar yo mis propios materiales. Aunque seguramente lo dejaría para más tarde - Tonks era la madre de Ted, ¿verdad, papá? - pregunté con un rastro de tristeza en la voz, después de todo me hubiera gustado conocerla. Suspiré. ¿Cuántas vidas se había llevado la guerra en la que mi padre había sido el protagonista? No lo sabía, pero el caso era que mucha gente había dado su vida para que nosotros tuviéramos la vida, y el futuro, que teníamos. Definitivamente tendría que empezar a apreciar más la vida que tenía, aunque posiblemente lo dejaría para otro día.
Sin darme cuenta me había quedado mirando a mi padre como una idiota. ¿Existiría en Hogwarts alguien como él, que se fijaba hasta en las más pequeñas cosas? Lo dudaba. Que suerte había tenido su madre al encontrarlo, y que suerte había tenido ella al tenerlo como padre.
- Papá - lo llamé para captar más aún su atención -, no me extraña que mamá se enamorara de ti si la decías esas cosas - le dije con una sonrisa. Tampoco me iba a poner en plan melodramático y darle un abrazo de oso mientras le decía que era el mejor padre del mundo.

Decidí que sería mejor no darle más vueltas al tema sobre la madre de Ted. Después de todo ya sabía casi todo lo que tenía que saber y en los libros más actuales de historia de la magia aparecía su nombre. Si quería, podría saber cosas de ella sin tener que hacer pasar un mal trago a mi padre.
Volví a mi intento de llamar la atención de un dependiente, pero al parecer todos estaban demasiado ocupados en ignorarme. Así que me dediqué a mirar a Gin, el micropuff, mientras hacía tiempo y pensaba en algo que decirle a mi padre.

- Quiero uno - afirmé después de un tiempo con la vista clavada sobre la jaula. La verdad era que nunca me habían llamado la atención, pero... bueno, se me había antojado. Tal vez era simplemente porque mamá iba a tener un regalo y yo no, o porque era así de caprichosa. No sería capaz de definirlo. Y justo en el momento que decía aquello vi, por el rabillo del ojo, que uno de los dependientes se acercaba a mi padre con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Genial, no solo me ignoraban completamente sino que, cuando vio a mi padre, prácticamente había saltado estanterías y personas para llegar a él! A veces era un asco ser una Potter ignorada - ¿Sabes, papá? Creo que me acaban de ignorar deliberadamente - dije en un tono suave, intentando no hacer un berrinche de la situación. Lo mejor sería cambiar de tema. Sí, eso haría -. Ahora que ya tienes a Gin en tus manos, o casi. ¿Cómo se lo vas a dar a mamá? - pregunté. Por alguna extraña razón me imaginaba a mi padre en plan cutre dándole el regalo a mi madre sin una jaula o un bonito envoltorio, sino con el micropuff, con Gin, a secas -. Tendrás que comprar una jaula para Gin, y un lazo o algo que sirva de envoltorio - puntualicé, explicando de este modo que ya que le iba a regalar algo -y que ahora que conocía el por qué era un algo romántico- había que trabajarse un poco los pequeños detalles -, no querrás que te quede un regalo cutre, ¿cierto?